1) Palestina
no es un país ni un Estado sino un conjunto de territorios ocupados y sometidos
a la voluntad de Israel que controla las fronteras, los mares, el espacio
aéreo, el comercio, el traslado y la movilidad de las personas. Por tanto, no
hay guerra sino invasión de castigo que
se parece a una razzia de represalia,
según convenga a intereses publicitarios o electoralistas unas veces, otras a motivaciones
racistas y xenófobas, otras a intereses geopolíticos; y en la mayoría de los
casos, a una combinada acumulación de todos estos factores.
2) Las
diferencias entre los medios armados de cada bando son abismales. No hay
paridad ni reciprocidad. Como no existe guerra sino represalias, el gobierno
israelí apoyado por la inmensa mayoría de su población, ejecuta atrocidades de
lesa humanidad:
- por cada muerto israelí o judío responde con
50 o 100 muertos palestinos (al igual que llevaban a cabo los nazis en contra
de la población civil de los países ocupados);
- no les (al gobierno y a la población judía)
importa los derechos humanos, ni la paz regional ni la concordia entre los
pueblos;
- Gaza y Cisjordania son guetos, o callejones sin
salida y sin futuro económico: no hay mercado interior ni relaciones
soberanas, no pueden coexistir políticas duraderas de infraestructuras ni de
planificación porque son impedidas por la fuerza bruta que regularmente ejerce
el estado hebreo, destruyendo, una veces, el capital físico, y, asimismo, el
capital humano está cercenado porque el desarrollo industrial no está permitido
sino la economía informal. Los recursos hídricos los absorbe Israel, al igual
que las mejores tierras de cultivo. Para rematar, puede cerrar el grifo
turístico y la actividad comercial simplemente con impedir la circulación de
los visitantes.
- la
política criminal del espacio vital se perpetra en Cisjordania a través de
las colonias; poco a poco se roba el suelo a sus originarios habitantes, luego
vienen la vías rodadas, los espacios verdes, por último todo el territorio es
anexionado al invasor. En un mundo globalizado, Israel, continúa la vieja
táctica hitleriana de desplazar al vecino, de arrinconarlo hasta expulsarlo definitivamente
por la fuerza bruta y por la inanición.