Tras casi 30 años de
legislación socialista, el sistema educativo español presenta
en el escenario
internacional una imagen francamente penosa. Estamos a la cola
en casi todo, salvo
en los recursos que destinamos al mismo, fracaso escolar,
número de «ni-nis»,
incompetencias básicas, desconocimiento de idiomas y, sobre
todo, mediocridad
generalizada. De cada 100 alumnos de 15 años, sólo cuatro se
hallan en las zonas
altas del rendimiento escolar, lo que nos separa diez o quince
puntos de los países
de vanguardia. Y encima, esos pocos alumnos acabarán por
irse fuera de España
con gran probabilidad. Los formamos bien para que los
disfruten otros.
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